Hoy es un día especial. No, no es la final del Mundial ni de la Champions, ni mucho menos de la Libertadores. Tampoco hay partidos reconocidos ni amistosos de grandes equipos europeos, es decir, a ojos de un futbolero es un día normal.
Escribo pues entonces acerca de un número muy especial en mi vida: el dieciocho. Lamentablemente no hay muchos jugadores que usen esta dorsal en sus camisetas. Tal vez me olvide o no sepa pero solo se me viene a la mente dos buenos futbolistas: La leyenda Paul Scholes 18 y el corajudo lateral izquierdo del Barcelona, Jordi Alba 18. Tal vez mencionarlos no es algo que pueda orientarlos en esta lectura pero si hoy escribo esto no es por ninguno de ellos, tampoco exactamente por un futbolista o algo que tenga que ver con este hermoso deporte.
El 18 de julio del 2012 fui la persona más feliz en este planeta, a parte de la pasión notoria que ya tenía por el fútbol y que ya había decidido cambiarme de carrera a Periodismo Deportivo. Yo compartí el más hermoso momento en la vida de una persona. Quise mucho a una mujer que supo darme igual o más alegría que la de gritar un gol de mi equipo. Compartíamos hasta eso, en el estadio o frente a la tele. Fui feliz con ella y hoy la recuerdo, no con pena sino con la misma alegría que teníamos al cantar en la tribuna o al estar solos en nuestros pequeños momentos.
Simplemente era eso, recordar y agradecer. Ser feliz por los recuerdos y desearle lo mejor. Mi conclusión sigue siendo la misma: la vida es como el fútbol, a veces pierdes pero te quedas con las veces que ganaste y sonríes por eso.
Finalmente cito a un gran poeta, Neruda que en su Poema XX le puso el broche de oro con esta frase: "Aunque este sea el último dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo".
Gracias Kelly.